El castillo de Barcarrota, también llamado Castillo de las Siete Torres, es un bastión medieval de la época de La Reconquista, construido en el siglo XIII y dotado de grandes dimensiones, pudiendo denominarse incluso como alcazaba.

Con su trazado heptagonal (algo irregular) recibe su nombre por las siete torres cúbicas que se encuentran en sus ángulos, entre ellas la impresionante Torre del Homenaje, coronada por una espadaña, la cual incluye un templete con un reloj. En su día también existía la Torre de Las Damas, que gozaba de importancia propia. También disponía de un huerto y un pozo en su interior, así como probablemente un oratorio y capilla. En el pasado también contaba con una muralla exterior y un foso.

Este emplazamiento, que en su origen estaba poblado por la Orden del Temple, fue elegido para la protección del territorio en las guerras entre Castilla y Portugal, logrando evitar la expansión de estos últimos. Posteriormente en el siglo XIV fue pasando de manos hasta llegar a la Orden de Alcántara, los cuales reforman y amplían el castillo, pasando nuevamente de manos nobles a lo largo de los siglos hasta que finalmente, en el siglo XIX, es cedido al ayuntamiento de Barcarrota.

El Castillo de las Siete Torres fue el centro neurálgico de la localidad, en torno al cual se fue expandiendo, creando calles y viviendas en todo tipo de tamaños irregulares a su alrededor, y rompiendo con ello el ordenamiento propio de los asentamientos extremeños, pues estos crecían habitualmente entorno a la iglesia.

 Desde 1.857 esta fortaleza alberga una impresionante plaza de toros dentro de su patio de armas, con un aforo de 5.000 espectadores, siendo una de las plazas más singulares y bellas de todo el mundo.

Este castillo pertenece al Patrimonio Histórico Español, está abierto al público y es visitable.